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El procesamiento didàctico en los entornos virtuales de aprendizaje

por Jorge REY VALZACCHI

Mientras el rol en un proceso educativo de diseñadores gráficos, ilustradores, programadores, aparece relativamente claro, el de procesador didáctico merece un análisis más detenido, para evitar incorporar prácticas que terminen atentando contra la calidad educativa de los proyectos de e-learning y educación a distancia.

Lo primero que hay que señalar es que el uso que se da a la expresión «procesamiento didáctico» no es homogéneo. Desde quienes llaman así a la instancia de «pensar didácticamente» un proceso de desarrollo de un proyecto educativo, hasta quienes, en le campo del e-learning y la EaD lo consideran un proceso externo, un «agregado» posterior en la elaboración del material didáctico para esas modalidades.

En ambos casos (y las variantes posibles) el procesamiento didáctico incluye un concepto subyacente: que contenido y forma (forma didáctica) son dos aspectos que pueden aislarse y tratarse por separado. Pero las consecuencias son totalmente diferentes en uno y otros caso. Más adelante volveremos sobre la primera acepción, y su significado. Veamos la segunda acepción, que es la más común en el ámbito del e-learning y la educación a distancia.

«El desarrollo de contenidos se realiza en varias etapas comenzando por la redacción de los mismos por parte del experto contenidista en la materia de que se trate. Posteriormente, los profesionales encargados del procesamiento didáctico, realizan su tarea en consulta permanente con el experto a la vez que asistidos por todo un equipo profesional...» (subrayado nuestro)

La cita, extractada de un documento oficial universitario, explicita claramente la separación, que resulta no sólo temporal (posteriormente...), sino que presupone que dicho procesamiento puede agregarse a los contenidos escritos por los expertos.

No citamos la fuente, porque no es nuestra intención criticar a la institución, sino poner en evidencia argumentos y proposiciones.

Yendo más a fondo con la idea, en una empresa que produce programas de formación con apoyo televisivo, se afirma, refiriendo al trabajo de los equipos:

«Los mejores autores son los que nos dan lo que ellos saben y nosotros lo modelamos para cada uno de los medios. En general, ese es nuestro mejor interlocutor. Después hay otra gente que no confía tanto y entonces quiere estar en todo, pero no puede estar en todo porque desconoce las reglas de la televisión, desconoce las reglas del mundo editorial y del procesamiento para esta clase de libros. Ahí es donde las relaciones se ponen más tensas y difíciles, históricamente estos proyectos muchas veces no logran llegar a la emisión, porque se fracasa en las relaciones humanas.»

Es decir: que el docente contenidista, cuando quiere controlar cómo se procesa didácticamente su material, hace que las cosas se pongan más tensas y difíciles, haciendo correr el riesgo del fracaso. Y explicita, además, los motivos que hacen conveniente esta separación entre contenidos y didáctica: los especialistas en contenidos «desconoce(n) las reglas de la televisión, desconoce(n) las reglas del mundo editorial y del procesamiento para esta clase de libros». Es decir: los docentes no conocen cómo se hace buen material didáctico. Entonces, los buenos resultados se obtienen cuando escriben sus contenidos (referidos a cualquier disciplina curricular) y los «dan» para que especialistas en didáctica de cualquier (y todos) contenido curricular, los procesen...

Otra universidad nacional argentina, escribe:

«La producción de un material didáctico es una tarea de equipo, en la cual van a intervenir diferentes personas que van desde el técnico informático que realizará el entorno y los diferentes elementos que en él se movilicen, el experto en el diseño y procesamiento didáctico de materiales, correctores de estilo, comunicadores, el experto en el diseño gráfico y digital, el experto en los contenidos, etc.»

... en el que resaltamos el desde, en una enumeración que termina, apenas antes del etc., en la figura del especialista en contenidos.

Se parte entonces de una realidad: la mayor parte de los docentes (en forma abrumadora) no tiene experiencia ni conocimientos suficientes para producir por sí solos materiales didácticos de calidad para educación en entornos virtuales. Y se encuentra la solución haciendo que otra persona, que sí tiene esa experiencia y capacidades, procese la producción de los primeros para hacerla apta para e-learning o EaD. Aparentemente una solución económica, eficaz. Veamos.

En primer lugar, esta situación no es privativa de la enseñanza virtual. En muchos países, en los niveles medio y superior del sistema educativo, se desempeñan como docentes profesionales y especialistas en las disciplinas curriculares respectivas, pero sin formación docente alguna. Serían «especialistas en contenidos» y, de aplicarse el mismo modelo que en la enseñanza a distancia, deberían exponer sus ideas a un «especialista en procesamiento didáctico oral», que sería la persona indicada para estar al frente de la clase. Y, al decir de la especialista en televisión educativa, los mejores serían aquellos que le dicen al comunicador lo que saben y luego se retiran del aula...

Sin embargo, en la educación media y superior se ha elegido otro camino. Aunque sólo muy recientemente comenzó a hablarse de una pedagogía de la educación media y superior, el tema está instalándose con fuerza, poniendo en el centro del debate que para ejercer la docencia no son suficientes las competencias disciplinares. Son necesarias, además, todas aquellas que dibujan el perfil del buen profesor, en particular competencias pedagógicas (didácticas) y comunicacionales. Y se comienzan a formular respuestas que pasan, en general, por la implementación de la carrera docente para aquellos profesionales que deseen ejercerla.

¿Qué pasa, por el contrario, en el e-Learning y la educación a distancia?

DE LA FORMULACIÓN A LA PRÁCTICA

Como vimos en las citas ejemplificadoras anteriores, el criterio predominante es el de separar claramente (en distintas personas y en el tiempo) «la producción del material de estudio» y su «procesamiento didáctico». También vimos que los matices son muchos, variando entre los que ponen el acento en el asesoramiento al profesor inexperto y los que simplemente toman su producción y la «procesan».

Claro que la práctica suele contradecir a estos modelos.

Un «procesador didáctico» es un especialista en didáctica y en la especificidad de la educación virtual. Supongamos que debe trabajar en la implementación de una carrera universitaria a distancia, en una institución cuya oferta educativa ha sido siempre presencial.

Comenzará a trabajar en primer año. En ese nivel, sus conocimientos disciplinares son similares a los de cualquier estudiante que ingrese a la carrera. Por lo tanto, él mismo puede ser un «sujeto experimental» de la comprensibilidad de los materiales, aportando una mirada desde su profesionalidad. Esto le permitirá trabajar con los docentes productores de contenido, aconsejando sobre los cambios necesarios, o produciendo esos cambios por sí mismo, según la modalidad en la institución. Hasta aquí, aparentemente el modelo funciona a la perfección. Pero... ¿Qué sucederá cuando se deba trabajar en los materiales para los niveles superiores de la carrera?

¿Cómo hará el especialista en procesamiento para darse cuenta si el discurso docente es comprensible, cuando los contenidos vayan mucho más allá de su conocimiento del tema?

Tampoco es fácilmente imaginar la intervención del especialista en procesamiento didáctico, de formación esencialmente humanística, cuando deba trabajar en carreras o disciplinas «duras», alejadas de su experiencia cultural.

¿Qué sucede en esos casos? El pomposamente llamado «procesamiento didáctico» termina reducido a diseño gráfico o editorial, a programación Flash, a traspaso mecánico a HTML, PHP, o el lenguaje que se elija para poner «en línea» los contenidos, apenas con la didáctica que «traían puesta». Es decir, aquellos que prometen:

Nos encargamos del procesamiento didáctico de materiales, transformación y adaptación de contenidos impresos a aplicaciones multimedia de formación, elaboración de cursos interactivos para su distribución tanto en la Intranet, como en Internet o en CD-ROM.

... terminan simplemente trasladando mensajes de un lenguaje discursivo a otro.

El especialista en procesamiento didáctico

Es muy discutible incluso la factibilidad de esa especialización.

Hace mucho que han sido severamente cuestionadas las concepciones de la didáctica como una suma de reglas fijas, aplicables a cualquier contenido, en cualquier circunstancia y para cualquier persona que deba aprender. Ni siquiera los procesos cognitivos son independientes de los diversos contenidos, tal como lo menciona la especialista argentina Edith Litwin (2000)

«...los problemas de la comprensión según los campos disciplinares investigados por la psicología del aprendizaje...»

quien señala, por ejemplo, «que la comprensión en el campo de la física es contraintuitiva».

Es legítimo preguntarse entonces si alguna persona puede ser especialista en estrategias didácticas de cada uno de los campos disciplinares, tanto de las ciencias sociales como de las llamadas duras, en cada una de sus particularidades. Convengamos que un profesional de la educación realizará esta tarea de manera excelente si se trata de su propia disciplina (las ciencias de la educación). Según su cultura, podrá desempeñarse relativamente bien en otras disciplinas humanísticas. Lo de relativamente viene a cuento de que los problemas de aprendizaje exceden la temática de la comprensión de las proposiciones de un texto (en el lenguaje que sea). Peor, puesto a procesar un material didáctico sobre electrónica, química inorgánica, estadística, análisis matemático, resistencia de materiales,... Con dificultad comprenderá los nombres de capítulos y títulos principales... (y son disciplinas que se enseñan en el nivel medio).

¿Qué hacen los procesadores didácticos?

Las tareas reales varían según el tipo de material. Por propia definición, se descarta la intervención sobre las proposiciones disciplinares del texto original.

Para el caso de materiales textuales, le caso más común, la intervención del procesador didáctico abarca varias cuestiones:

En este modelo, los especialista en contenidos escriben. A lo sumo, incluyen esquemas e ilustraciones. Entregan su material en formato de procesador de textos.

• La comprensibilidad de las proposiciones. Claro que exclusivamente desde el punto de vista de estructuras gramaticales, ya que discernir sobre léxico requiere conocimiento disciplinar.

• Agregado de títulos y subtítulos si fuera necesario.

• Organización de algún contenido en tablas, diagramas u ordenamiento itemizado.

• Diseño gráfico.

• Agregado de ilustraciones

Si el texto es colocado «en línea», o en CDs, se pueden agregar:

• Colores en títulos, subtítulos y fondos.

• Animación de partes de las proposiciones (ingreso secuenciado de fragmentos de texto).

• Animación de gráficos o esquemas.

• Diseño en pantalla

• Agregado de locuciones o sonido.

• Agregado de autotest cerrados.

Si se trata de materiales en otros lenguajes (televisión o video educativo, radio, multimedia), el procesamiento es algo mucho más complejo, y para algunos campos disciplinares resulta difícil imaginarse siquiera como trabajo conjunto entre contenidista y especialista en el medio de que se trate.

Cabe preguntarnos: ¿Está mal que se haga esto?... La respuesta es obvia; para nada. Está bien, está muy bien que se mejore todo lo que sea posible un material de aprendizaje. Lo que criticamos es que llamemos a esto «procesamiento didáctico», y, sobre todo, que creamos que es procesamiento didáctico. Porque estaremos dando por cumplida una tarea que no se hizo, o por lo menos, que no se realizó en la medida necesaria.


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