Mientras el rol en un proceso educativo de diseñadores gráficos,
ilustradores, programadores, aparece relativamente claro, el de
procesador didáctico merece un análisis más detenido, para evitar
incorporar prácticas que terminen atentando contra la calidad
educativa de los proyectos de e-learning y educación a distancia.
Lo
primero que hay que señalar es que el uso que se da a la expresión «procesamiento
didáctico» no es homogéneo. Desde quienes llaman así a la
instancia de «pensar didácticamente» un proceso de desarrollo de un
proyecto educativo, hasta quienes, en le campo del e-learning y la EaD
lo consideran un proceso externo, un «agregado» posterior en la
elaboración del material didáctico para esas modalidades.
En
ambos casos (y las variantes posibles) el procesamiento didáctico
incluye un concepto subyacente: que contenido y forma (forma
didáctica) son dos aspectos que pueden aislarse y tratarse por
separado. Pero las consecuencias son totalmente diferentes en uno y
otros caso. Más adelante volveremos sobre la primera acepción, y su
significado. Veamos la segunda acepción, que es la más común en el
ámbito del e-learning y la educación a distancia.
«El desarrollo de
contenidos se realiza en varias etapas comenzando por la redacción de
los mismos por parte del experto contenidista en la materia de que se
trate. Posteriormente, los profesionales encargados del
procesamiento didáctico, realizan
su tarea en consulta permanente con el experto a la vez que asistidos
por todo un equipo profesional...» (subrayado nuestro)
La cita, extractada
de un documento oficial universitario, explicita claramente la
separación, que resulta no sólo temporal (posteriormente...), sino que
presupone que dicho procesamiento puede agregarse a los contenidos
escritos por los expertos.
No citamos la
fuente, porque no es nuestra intención criticar a la institución, sino
poner en evidencia argumentos y proposiciones.
Yendo más a fondo
con la idea, en una empresa que produce programas de formación con
apoyo televisivo, se afirma, refiriendo al trabajo de los equipos:
«Los mejores
autores son los que nos dan lo que ellos saben y nosotros lo modelamos
para cada uno de los medios. En general, ese es nuestro mejor
interlocutor. Después hay otra gente que no confía tanto y entonces
quiere estar en todo, pero no puede estar en todo porque desconoce las
reglas de la televisión, desconoce las reglas del mundo editorial y
del procesamiento para esta clase de libros. Ahí es donde las
relaciones se ponen más tensas y difíciles, históricamente estos
proyectos muchas veces no logran llegar a la emisión, porque se
fracasa en las relaciones humanas.»
Es decir: que el
docente contenidista, cuando quiere controlar cómo se procesa
didácticamente su material, hace que las cosas se pongan más tensas y
difíciles, haciendo correr el riesgo del fracaso. Y explicita, además,
los motivos que hacen conveniente esta separación entre contenidos y
didáctica: los especialistas en contenidos «desconoce(n) las reglas de
la televisión, desconoce(n) las reglas del mundo editorial y del
procesamiento para esta clase de libros». Es decir: los docentes no
conocen cómo se hace buen material didáctico. Entonces, los buenos
resultados se obtienen cuando escriben sus contenidos (referidos a
cualquier disciplina curricular) y los «dan» para que
especialistas en didáctica de cualquier (y todos) contenido
curricular, los procesen...
Otra universidad
nacional argentina, escribe:
«La producción de
un material didáctico es una tarea de equipo, en la cual van a
intervenir diferentes personas que van desde el técnico informático
que realizará el entorno y los diferentes elementos que en él se
movilicen, el experto en el diseño y procesamiento didáctico de
materiales, correctores de estilo, comunicadores, el experto en el
diseño gráfico y digital, el experto en los contenidos, etc.»
... en el que
resaltamos el desde, en una enumeración que termina, apenas antes del
etc., en la figura del especialista en contenidos.
Se parte entonces
de una realidad: la mayor parte de los docentes (en forma abrumadora)
no tiene experiencia ni conocimientos suficientes para producir por sí
solos materiales didácticos de calidad para educación en entornos
virtuales. Y se encuentra la solución haciendo que otra persona, que
sí tiene esa experiencia y capacidades, procese la producción de los
primeros para hacerla apta para e-learning o EaD. Aparentemente una
solución económica, eficaz. Veamos.
En primer lugar,
esta situación no es privativa de la enseñanza virtual. En muchos
países, en los niveles medio y superior del sistema educativo, se
desempeñan como docentes profesionales y especialistas en las
disciplinas curriculares respectivas, pero sin formación docente
alguna. Serían «especialistas en contenidos» y, de aplicarse el mismo
modelo que en la enseñanza a distancia, deberían exponer sus ideas a
un «especialista en procesamiento didáctico oral», que sería la
persona indicada para estar al frente de la clase. Y, al decir de la
especialista en televisión educativa, los mejores serían aquellos que
le dicen al comunicador lo que saben y luego se retiran del aula...
Sin embargo, en la
educación media y superior se ha elegido otro camino. Aunque sólo muy
recientemente comenzó a hablarse de una pedagogía de la educación
media y superior, el tema está instalándose con fuerza, poniendo en el
centro del debate que para ejercer la docencia no son suficientes las
competencias disciplinares. Son necesarias, además, todas aquellas que
dibujan el perfil del buen profesor, en particular competencias
pedagógicas (didácticas) y comunicacionales. Y se comienzan a formular
respuestas que pasan, en general, por la implementación de la carrera
docente para aquellos profesionales que deseen ejercerla.
¿Qué pasa, por el
contrario, en el e-Learning y la educación a distancia?
DE LA FORMULACIÓN A
LA PRÁCTICA
Como vimos en las
citas ejemplificadoras anteriores, el criterio predominante es el de
separar claramente (en distintas personas y en el tiempo) «la
producción del material de estudio» y su «procesamiento didáctico».
También vimos que los matices son muchos, variando entre los que ponen
el acento en el asesoramiento al profesor inexperto y los que
simplemente toman su producción y la «procesan».
Claro que la
práctica suele contradecir a estos modelos.
Un «procesador
didáctico» es un especialista en didáctica y en la especificidad de la
educación virtual. Supongamos que debe trabajar en la implementación
de una carrera universitaria a distancia, en una institución cuya
oferta educativa ha sido siempre presencial.
Comenzará a
trabajar en primer año. En ese nivel, sus conocimientos disciplinares
son similares a los de cualquier estudiante que ingrese a la carrera.
Por lo tanto, él mismo puede ser un «sujeto experimental» de la
comprensibilidad de los materiales, aportando una mirada desde su
profesionalidad. Esto le permitirá trabajar con los docentes
productores de contenido, aconsejando sobre los cambios necesarios, o
produciendo esos cambios por sí mismo, según la modalidad en la
institución. Hasta aquí, aparentemente el modelo funciona a la
perfección. Pero... ¿Qué sucederá cuando se deba trabajar en los
materiales para los niveles superiores de la carrera?
¿Cómo hará el
especialista en procesamiento para darse cuenta si el discurso docente
es comprensible, cuando los contenidos vayan mucho más allá de su
conocimiento del tema?
Tampoco es
fácilmente imaginar la intervención del especialista en procesamiento
didáctico, de formación esencialmente humanística, cuando deba
trabajar en carreras o disciplinas «duras», alejadas de su experiencia
cultural.
¿Qué sucede en esos
casos? El pomposamente llamado «procesamiento didáctico» termina
reducido a diseño gráfico o editorial, a programación Flash, a
traspaso mecánico a HTML, PHP, o el lenguaje que se elija para poner
«en línea» los contenidos, apenas con la didáctica que «traían
puesta». Es decir, aquellos que prometen:
Nos encargamos del
procesamiento didáctico de materiales, transformación y adaptación de
contenidos impresos a aplicaciones multimedia de formación,
elaboración de cursos interactivos para su distribución tanto en la
Intranet, como en Internet o en CD-ROM.
... terminan simplemente trasladando
mensajes de un lenguaje discursivo a otro.
El especialista en
procesamiento didáctico
Es muy discutible
incluso la factibilidad de esa especialización.
Hace mucho que han
sido severamente cuestionadas las concepciones de la didáctica como
una suma de reglas fijas, aplicables a cualquier contenido, en
cualquier circunstancia y para cualquier persona que deba aprender. Ni
siquiera los procesos cognitivos son independientes de los diversos
contenidos, tal como lo menciona la especialista argentina Edith
Litwin (2000)
«...los problemas de la comprensión según los campos disciplinares
investigados por la psicología del aprendizaje...»
quien señala, por ejemplo, «que la
comprensión en el campo de la física es contraintuitiva».
Es legítimo
preguntarse entonces si alguna persona puede ser especialista en
estrategias didácticas de cada uno de los campos disciplinares, tanto
de las ciencias sociales como de las llamadas duras, en cada una de
sus particularidades. Convengamos que un profesional de la educación
realizará esta tarea de manera excelente si se trata de su propia
disciplina (las ciencias de la educación). Según su cultura, podrá
desempeñarse relativamente bien en otras disciplinas humanísticas. Lo
de relativamente viene a cuento de que los problemas de aprendizaje
exceden la temática de la comprensión de las proposiciones de un texto
(en el lenguaje que sea). Peor, puesto a procesar un material
didáctico sobre electrónica, química inorgánica, estadística, análisis
matemático, resistencia de materiales,... Con dificultad comprenderá
los nombres de capítulos y títulos principales... (y son disciplinas
que se enseñan en el nivel medio).
¿Qué hacen los
procesadores didácticos?
Las tareas reales
varían según el tipo de material. Por propia definición, se descarta
la intervención sobre las proposiciones disciplinares del texto
original.
• La
comprensibilidad de las proposiciones. Claro que exclusivamente desde
el punto de vista de estructuras gramaticales, ya que discernir sobre
léxico requiere conocimiento disciplinar.
• Agregado de
títulos y subtítulos si fuera necesario.
• Organización de
algún contenido en tablas, diagramas u ordenamiento itemizado.
• Diseño gráfico.
• Agregado de
ilustraciones
Si el texto es
colocado «en línea», o en CDs, se pueden agregar:
• Colores en
títulos, subtítulos y fondos.
• Animación de
partes de las proposiciones (ingreso secuenciado de fragmentos de
texto).
• Animación de
gráficos o esquemas.
• Diseño en
pantalla
• Agregado de
locuciones o sonido.
• Agregado de
autotest cerrados.
Si se trata de
materiales en otros lenguajes (televisión o video educativo, radio,
multimedia), el procesamiento es algo mucho más complejo, y para
algunos campos disciplinares resulta difícil imaginarse siquiera como
trabajo conjunto entre contenidista y especialista en el medio de que
se trate.
Cabe preguntarnos:
¿Está mal que se haga esto?... La respuesta es obvia; para nada. Está
bien, está muy bien que se mejore todo lo que sea posible un material
de aprendizaje. Lo que criticamos es que llamemos a esto
«procesamiento didáctico», y, sobre todo, que creamos que es
procesamiento didáctico. Porque estaremos dando por cumplida una tarea
que no se hizo, o por lo menos, que no se realizó en la medida
necesaria.